El entrenamiento para realizar el Camino de Santiago montado encima de una bicicleta

Al igual que si vamos a pie, el entrenamiento en bicicleta debe ser paulatino. Empezar por terrenos llanos y continuar con subidas y bajadas (tanto por carretera como por terrenos más escarpados), o incrementar los tiempos sobre la bicicleta son medidas de adaptación interesantes.

 

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La única manera de saber cuál es nuestra resistencia al Camino es enfrentarse a las condiciones reales que viviremos en él: ¿cuántos kilómetros soportaremos?, ¿qué etapas serán más duras, teniendo en cuenta las características del terreno?

Lo importante ante todo es ponerle ganas y mucho empeño, aunque los comienzos del entrenamiento sean duros y creamos que el Camino se nos puede hacer muy cuesta arriba. Es muy conveniente entrenar los últimos días con las alforjas cargadas; de esta forma, además de acostumbrarnos, seremos conscientes del peso y el volumen del equipaje como un problema real. Entenderemos de verdad porqué es importante reducir todo lo posible el número de cosas que queramos llevar (y nos limitaremos solamente a lo estrictamente necesario e imprescindible). Al igual que en otro tipo de entrenamiento, simular al mínimo detalle las condiciones reales del Camino ayudan mucho a mejorar la experiencia durante las etapas.

El casco de ciclista, como sabéis, es fundamental y obligatorio. Cuidado con la época en la que peregrinaréis: aguantar temperaturas muy altas con el casco puesto tantas horas puede no ser lo más cómodo.

 

 

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